Según Barrabás la Salamandra era tan maldito como si el mismísimo Cortés lo hubiese parido y bautizado como su heredero.

Debía pelear contra la naturaleza humana y obtener una victoria espiritual sobre la tentación que debía soportar en esa nave, donde algunos —por no decir todos— los pecados capitales estaban a la orden para arrastrarlo también a la perdición.

(...) juzgar es lo que el hombre mejor sabe hacer y ese es su principal error, conocen un nombre y ven un físico, pero son incapaces de ver el interior, el alma y el corazón, la esencia que la persona es.

Ariadna siempre iba más allá o al menos cuando algún asunto le interesaba.

(...) un viaje inesperado y su boda en puerta eran la peor combinación para que sus planes de amor se desbarataran y cayeran como si se tratara de un castillo de naipes.

Sus besos apasionados y sedientos limitaban mi respiración y el toque fuerte de sus manos sobre mi cuerpo, me estaban haciendo perder los sentidos, (...) todo lo que miraba y tocaba de él era sólo mío y me saboreaba con placer, al ver y sentir tan exquisita tentación que era sólo para mí.

(...) sé que soy la reina, pero ante todo primeramente soy esposa y madre y mi familia son mi prioridad, (...)

Sus besos recorrían mi cuello y su boca buscó mis pechos, nuestra piel ardía de placer como el primer momento y yo, no deseaba que terminara, él era intensa y solamente mío y yo, era suya a su antojo y en el momento que lo quisiera.—¿A la cama? —preguntó jadeando.—A la cama —le contesté ansiosa.Me sujetó con fuerza para no perder nuestra posición y mientras nuestros labios no deseaban separarse, caímos a la cama en donde la fuerza de nuestro encuentro se hizo más intensa.

(...) tu pasión es lo que tu corazón quiere no lo que quiere tu razón.

(...) su encanto era indiferente para la chica, eso lo fastidiaba, lo atormentaba y a la vez encendía más su capricho por ella, (...)